Título: La Suicida Punita (la suicida castigada)
Autor: Ludovico Brunetti
Técnica: tanización (una forma de embalsamamiento)
Siglo XVIII. Italia
Material: cuerpo humano, cera, elementos para embalsamar...
Os voy a contar una historia:
Erase una vez el triste final de una joven de ojos grandes, tez blanca y cabellos del color del fuego. A penas era una niña cuando con 19 años de edad decidió dejar este mundo arrojandose a las fauces de un río. La muchacha habia sido abandonada por su marido y tras esto comenzó a enfermar grabemente, con un dolor que a día de hoy conocemos como depresión.
Sus desconsolados padres la buscaron incansablemente durante días, hasta que finalmente alguien la encontró y con ayuda de unos ganchos logró sacarla.
Ellos sabían que su pequeña había cometido el peor de los pecados, y a causa de su trágico final ella no podría jamás ir al cielo, ni su cuerpo descansar en campo santo.
Fue entonces cuando apareció Brunetti, que les brindó un último consuelo y a cambio quizás su pecado podría disuadir a otros jóvenes de sufrir el mismo final.
Con el cuerpo en sus manos, nació el busto de la "suicida Punita". Brunetti se dispuso a embalsamarla con el mayor de los cuidados, no solo disimulo la hinchazón, corrigió las laceraciones que tenía en el cuerpo y arregló los desgarros sufridos en sus párpados añadiéndole unas lágrimas de sangre. A su busto le añadió unas serpientes para tratar de representar la penitencia en el infierno de la muchacha. Y trató su piel con una fina capa de yeso y cal. Su cabello y pestañas aun conservan su color original.
Sus desconsolados padres la buscaron incansablemente durante días, hasta que finalmente alguien la encontró y con ayuda de unos ganchos logró sacarla.
Ellos sabían que su pequeña había cometido el peor de los pecados, y a causa de su trágico final ella no podría jamás ir al cielo, ni su cuerpo descansar en campo santo.
Fue entonces cuando apareció Brunetti, que les brindó un último consuelo y a cambio quizás su pecado podría disuadir a otros jóvenes de sufrir el mismo final.
Con el cuerpo en sus manos, nació el busto de la "suicida Punita". Brunetti se dispuso a embalsamarla con el mayor de los cuidados, no solo disimulo la hinchazón, corrigió las laceraciones que tenía en el cuerpo y arregló los desgarros sufridos en sus párpados añadiéndole unas lágrimas de sangre. A su busto le añadió unas serpientes para tratar de representar la penitencia en el infierno de la muchacha. Y trató su piel con una fina capa de yeso y cal. Su cabello y pestañas aun conservan su color original.
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